Solo recuerdo el frio, hay mucho frio! Yo no puedo dormir hay algo que esta royendo mis pies, mi estomago, mi corazón, intento serte fiel y quedarme a tu lado pero no puedo, me deslizo por la cama a las seis de la mañana y vuelvo a tomar la mochila, salgo por la puerta trasera para no ser escuchado y voy de nuevo a la carretera, me espera una fría estación y un rostro sonríete me invita a viajar entre sus dedos. Sí, otra vez cabalgo la serpiente, siento sus escamas traspasar mi cuerpo, me pierdo entre sus líneas, sus curvas, sus ganas d llevarme al interior de si, y de mi. Estamos juntos en esto, somos cómplices de una ruptura con lo cotidiano con la rutina, con los remilgos de mi alma para construir otra forme de vivir. Transito otra ves el túnel naranja, llego a otra estación compro otro boleto, subo otro escalón, saludo a otro chofer y caliento otro asiento, compañero por unas cuentas horas mas.
Instantes mas tarde, las frías tierras de otro estado me reciben, ya estoy en Michoacán, en los `limites con el estado de México está un pueblito pequeño y grande, grandioso, llamado Tlalpujahua, dicen los que saben que ahí tiene su casa un tal Santa Claus. Yo prefiero no dar importancia a esas voces que difaman al bello pueblo y mejor veo su arquitectura, sus calles empedradas, a propósito, para poder seguir conservando el mote de pueblo mágico. Lo único imprescindible, realmente mágico, de este pueblo es su gente. Sus ojos de vida, sus manos que trabajan para que un centenar de millones de otros seres puedan celebrar su navidad.
A ellos les deja una derrama económica que merma el malestar que la política económica del país ha dejado. Ellos no se ven en las estadísticas, ocultos entre estos cerros, son los duendecitos que laboran todo el año por un plato de comida y un pedazo de pan, para ellos y para los suyos. Pues hay algo que agradecer, al pareces, a la navidad y todos lo otros que la celebran.
Estos duendes no sólo fabrican esferas, también hacen con la naturaleza que les rodea figuritas: venados, angelitos, canasta, coronas, etc. Otros hacen dulces con higos, tejocotes, manzanas, etc. Allá en las esquinas están las señoras con el pozole, los taquitos, las tostadas, (sin dejar de mencionar a la señora de las pizzas que tan bien nos trata); todo ellos gritándole así al sistema global que ni se rinden ni claudican, al contrario se comen la vida a puños la forman y la deforman a gusto, le dan sabor y se la come a puños porque eso es mi pueblo, un eterno romance con las crisis y las inflaciones, las decepciones y las ganas de salir adelante en esta correlato, justicia - injusticia. Si es que estos dos conceptos existen.
Así hemos pasado el fin de semana, todos levantamos nuestras mercancías y nos preguntamos como nos fue, y todos decimos “bien, nos ha ido muy bien” celebramos con una cerveza en la mano la derrota de la adversidad y cantamos acompañados de tacos y tostadas, el sonido de carros en la carretera y las risas de los que ya están festejando entre carisias.
¡Pero la serpiente llama, es hora de partir! De cargar la mochila, de salir al encuentro de lo inesperado. ¡De caminar! Por el momento recuerda cuando compres una esfera y o algún adorno navideño que este no fue hecho por ningún Santa Claus y una horda de duendecitos. Son seres humanos como tu y como yo trabajando mas de ocho oras diarias para poder seguir llevando comida a casa. Los regalos nadie se los lleva a ellos por la chimenea, se los tienen que ganar con el sudor de su frente día a día. Recuerda que existen pueblitos mágicos (pero no porque a una bola de cabrones se les ocurrió ponerle pueblo mágico para “preservar su tradiciones” y por el contrario obtienen grandes ganancias de su reconocimiento “oficial”) como Tlalpujahua construidos por manos artesanas, mineras, obreras, campesinas, y en ellas está la verdadera magia.
Les dejo un saludo desde las duras escamas de la serpiente, esperen la próxima entrega.
Atentamente su amigo Andrés Méndez Tepech
No hay comentarios.:
Publicar un comentario